Al día

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Entre humo, nieblas y colores otoñales que decaen poco a poco, porque los árboles están cada día más desnudos, he escrito el artículo de mañana para  Diario de Noticias. «De ayer y de hoy», es su título. Ayer terminé de corregir Las pirañas, una novela que publiqué en 1992, pero comenzada a escribir a finales de 1985, por estas fechas. Ha terminado por resultarme insoportable su contenido, asfixiante, demasiada podre, una castración extrema. Sí, yo la escribí y no podría hacerlo ahora. Ahora tengo serias dudas de encontrar un editor para la novela que me traigo entre manos y sobre la que planea la auto censura. No me importa confesarlo, pero hay un terreno pantanoso, entre lo que tengo ganas de escribir, y el cómo, y lo que voy viendo que se puede hacer retorciendo el articulado impreciso del Código Penal con el fin de aplicar de manera abusiva las penas previstas,  a modo de escarmiento o de venganza. Escribir, sí, escribe, lo que te venga en gana, ya veremos luego quién te lo publica y a qué lectores puedes llegar y a cuáles no.

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